Destiny in the palm of my hand (Eng/Esp)
13 comments
"Hello, Rodolfo!, thank you," I felt my face heat up.
"Let's go for ice cream, shall we?"
"Sure, I'd love to".
We walked close together for a while until we were holding hands.
And there, sitting on the grass under a leafy tree, was a gypsy woman with long black hair, wearing a knee-length red skirt and black boots. A red scarf with gold trimmings covered her head. And large golden earrings hung from her ears.
As we passed her, she looked at me with her big green eyes. I stopped.
"Do you want me to tell your future? Give me your hand, and you will know what destiny has in store for you".
Rodolfo grabbed my arm.
"Come on, Alba!".
But I curious.
"It will only take a moment and I will charge you very little".
"Alba, you're not going to pay this woman to read your palm. She's a charlatan".
"Rodolfo, wait, it's just a game and I want to know what she's telling me".
He looked at me for a moment and then gave in.
"All right!, but I don't want to be present" and he walked away.
I sat down next to the gypsy and held out my hand. She took it, and as she looked at it, she ran a finger along the lines.
"It says here that the person next to you is no good". -She raised her face and looked at me, her eyes widening.
"You have to stay away! You're in danger!"
"But who is this person?"
"He's very close to you, that's all. It's five dollars".
"But wait, I want to know more".
"I don't see anything else in your future".
I paid him and got up. I went to where Rodolfo was. We went for ice cream, but from then on I started to avoid him. What the gypsy woman told me affected my confidence and my thoughts told me that I had to stay away from him. Doubt was planted in my mind.
I started by asking her about details of her life that she hadn't told me. I wanted to know more about his parents, and even when I met them, and they treated me with great affection, I was suspicious of them. Likewise, I went so far as to ask them what Rodolfo had been like as a child, if he had had pets and how he treated them.
I became obsessed even though I found no evidence that he was a violent or mentally ill man, and that distrust killed the love.
Rodolfo didn't understand what was going on, because I never told him what the gypsy woman told me. I kept pushing him away from me, and he withdrew from my life. When we graduated was the last time I saw him.
Years went by, and I preferred to be alone for safety.
I met the gypsy ten years after that evening, when I changed my destiny. When I saw her, surprisingly, she looked the same. Her black hair, her face without wrinkles and her enigmatic smile. I couldn't control my desire to talk to her. I approached the bench where she was sitting, just like that time.
"Do you want to know your destiny?" -Her black eyes stared at me.
I was as if hypnotised and held out my hand.
She took it and began to run her brown finger with long red painted nails along the lines of my hand.
She paused for a moment as if in thought and then looked at me.
"You have to stay away from this person. You are in danger!".
I was furious and shouted at him.
"That's what she said to me ten years ago, and that's why I left the man I loved. You're a chatterbox".
She let go of me and stretched her arm palm up.
"I'm telling you what I'm seeing; if you don't like it, pay me and leave".
"Well, I'm not going to pay you and I don't believe you".
I stood up and walked away listening to his voice, shouting at me: "It's your destiny and you can't escape".
I don't know if what the gypsy woman told me is something that will happen in my life, but I know that somehow I can decide which path to take and fear is not what will guide me from now on.
A few days ago I saw Rodolfo again. We met by chance at the university where I teach and he invited me for an ice cream like that day. I accepted with joy. I don't know how long our destinies will be together, but for the time being I will enjoy his company.
El destino en la palma de mi mano
Mi alegría esa mañana era inmensa, me iba a encontrar con Rodolfo en la plaza de los estudiantes, nuestra primera cita después de meses de verlo de reojo en las clases de álgebra, de sonreírle cuando nos encontrábamos en los pasillos y cuando al fin supere mi timidez y le hablé para preguntarle si podía sentarme en el asiento a su lado, habiendo muchos otros puestos desocupados. El comienzo de una amistad hasta que sentimos un sentimiento más profundo.
—¡Hija!, hasta cuando te peinas el cabello. Estás muy linda así.
Mi mamá, como toda madre, me veía con los ojos del amor, pero mi cabello es rebelde y no lograba sujetarlo en un moño en lo alto de la cabeza y se me venían los rizos hacia la frente.
—Mami, es que el cabello no coopera. Y me va a hacer llegar tarde.
—Déjame ayudarte. —Agarró dos ganchos de perlitas y me sujetó los rizos.
—Gracias, madre, eres un sol.
Caminé presurosa, con mi vestido sin mangas de color amarillo y mis sandalias blancas; me sentía muy bien porque resaltaba el color bronceado de mi piel.
Había soñado desde el lunes cuando me invitó a salir, con este encuentro y hoy era el día, un sábado de sol radiante y brisa fresca. Los apamates con sus flores moradas y rosadas, adornaban la plaza.
Lo vi sentado en un banco, con una franela azul, jeans y zapatos deportivos. Su cabello castaño muy corto, peinado hacia atrás. Me acerqué, me vio y se levantó de inmediato.
—¡Hola, Alba!. ¡Qué hermosa estas! —Yo veía en sus ojos su admiración.
—!Hola, Rodolfo!, gracias, —sentí cómo se calentaba mi cara.
—Vamos a comer helados, ¿quieres?
—Claro, me encantaría.
Caminamos uno muy junto al otro por un rato hasta que nos tomamos de la mano.
Y allí, sentada en la grama, bajo un árbol frondoso, estaba una gitana de larga cabellera negra, con una falda roja hasta las rodillas y unas botas negras. Un pañuelo rojo con adornos dorados cubría su cabeza. Y grandes aretes también dorados colgaban de sus orejas.
Cuando pasamos frente a ella, me miró con sus grandes ojos verdes. Yo me detuve.
—¿Quieres que adivine tu futuro? Dame tu mano, y sabrás lo que te depara el destino.
Rodolfo me agarró del brazo.
—¡Vamos, Alba!.
Pero yo tenía curiosidad.
—Será solo un momento y te cobraré muy poco.
—Alba, no le vas a pagar a esta mujer por leerte la mano. Es una charlatana.
—Rodolfo espera, es solo un juego y quiero saber qué me dice.
Él me miró por un momento y luego cedió.
—Está bien, pero no quiero estar presente y se alejó.
Me senté al lado de la gitana y le tendí mi mano. Ella la tomó, y mientras la miraba, repasaba con un dedo las líneas.
—Aquí dice que la persona que está a tu lado no es buena. —Levantó la cara y me miró abriendo los ojos.
—¡Tienes que alejarte!. ¡Estás en peligro!.
—¿Pero quién es esa persona?
—Está muy cerca de ti, eso es todo. Son cinco dólares.
—Pero espera, quiero saber más.
—No veo nada más en tu futuro.
Le pagué y me levanté. Me fui hasta donde estaba Rodolfo. Fuimos a comer helados, pero a partir de ese momento comencé a esquivarlo. Lo que me dijo la gitana afectó mi confianza y los pensamientos me decían que tenía que alejarme de él. La duda estaba sembrada en mi mente.
Empecé por preguntarle detalles de su vida que no me había contado. Quería saber más sobre sus padres, y aun cuando los conocí y me trataron con mucho cariño, desconfiaba de ellos. Llegué a preguntarles cómo había sido Rodolfo de niño, si había tenido mascotas y cómo las trataba.
Me obsesioné aun cuando no encontré ninguna evidencia de que fuera un hombre violento o un enfermo mental, y esa desconfianza acabó con el amor.
Rodolfo no entendía lo que pasaba, porque nunca le conté lo que me dijo la gitana. Lo fui alejando de mí y él se retiró de mi vida. Cuando nos graduamos fue la última vez que lo vi.
Pasaron los años y preferí por seguridad estar sola.
Me encontré a la gitana diez años después de aquella tarde, cuando cambié mi destino. Cuando la vi sorprendentemente, estaba igual. Su cabellera negra, su rostro sin arrugas y su sonrisa enigmática. No pude controlar el deseo de hablar con ella. Me acerqué al banco donde estaba sentada, igual que aquella vez.
—¿Quieres saber tu destino? —Sus ojos negros me miraron fijamente.
Estaba como hipnotizada y le tendí mi mano.
La tomó y empezó a pasar su dedo moreno de largas uñas pintadas de rojo, por las líneas de mi mano.
Se detuvo un momento como pensando y luego me miró.
—Tienes que alejarte de esa persona. Estás en peligro.
Me enfurecí y le grité.
—Eso mismo me dijo hace diez años, y por eso dejé al hombre que quería. Eres una charlatana.
Me soltó y estiró el brazo con la palma de la mano hacia arriba.
—Te digo lo que estoy viendo; si no te gusta, págame y vete.
—Pues no te voy a pagar y no te creo.
Me paré y me fui de allí escuchando su voz, gritándome.—Es tu destino y no puedes escapar.
No sé si lo que me dijo la gitana es algo que sucederá en mi vida, pero sé que de alguna manera yo puedo decidir qué camino tomar y el miedo no es lo que me guiará de ahora en adelante.
Hace unos días volví a ver a Rodolfo. Nos encontramos por casualidad en la universidad donde doy clases y me invitó a tomarme un helado como aquel día. Lo acepté con alegría. No sé por cuánto tiempo nuestros destinos seguirán juntos, pero por los momentos disfrutaré de su compañía.
La traducción al inglés la realicé en www.deepl.com
Comments