Para esta semana reflexiva, el equipo #ThoughtfulDailyPost nos invita a la entelequia retrospectiva de viajar en el tiempo y escudriñar dentro de nuestras abstracciones cuáles serían nuestros pensamientos y acciones. Desde mi mirada, una instigación atractiva y sugerente, porque el tiempo en su acepción, es una espiral que nunca culmina, por la oportunidad que dispensa para diversificar las consideraciones, a veces con la generación de controvertidos debates, en permanente trifulca, que, a lo largo de nuestra humanidad, finaliza donde siempre comienza en lo abstracto, incierto y místico en sus cosmogonías.

Viajar en la utopía del tiempo de lo ya vivido es recorrer con reiteración el simbolismo en las metáforas de mis ideas, es andar en lo insoslayable, en una travesía necesaria, con pensamientos que se entregan conmigo al viaje del recorrido, en una otredad inabarcable. Como acción discursiva, es para mí, toda una aventura que me seduce en su deseo, para reencontrarme con obstáculos que necesitan ser doblegados, disipados y dilapidados, pretendiendo igualmente traerlos al presente, para generar nuevas significaciones y congruencias, que permitan conquistar territorios desiertos y poder alcanzar otros niveles en mi existencia.

Soy una asidua viajera en el tiempo, que rebusca en su pasado, para encontrar sabiduría en el camino, en el ir y venir, que permita reparar fracturas y grietas, retomar sueños, acicalar ilusiones, y resurgir vivencias. Cuando regreso a mi presente, nunca soy la misma, porque la trascendencia vivencial arrincona la experiencia de lo mismo, imprimiendo nuevos grafismos y representaciones, insumos que llegan al ahora para contribuir a nuevos hechos.

Soy una persistente andariega de la actividad reflexiva, para explorar y reencontrarme en mis mutaciones transformacionales, esas que aportan sentido. En este discurrir de la contemplación pasada, procuro ser una viajera que pretende devastar las ataduras y limitaciones que yacen en mi interior, estampadas en detrimento de mi evolución, sombras y oscuridades de trayectos escarpados y fatigosos, que mantienen en mí una apacible e ilusoria inercia, que lejos de beneficiar ralentizan mi paso. Él antes ya ocurrió, pero aporta sabiduría y esencia al ahora, para aprovecharlo y no desperdigarlo en lo incierto y aleatorio de lo que no ha germinado.

Este ensayo reflexivo contribuye a reforzar, una vez más, la validez de la comprensión en el transitar por mi periplo en esta existencia, en la que mi identidad muta continuamente, al sacudir mis raíces y contribuir día a día a mi metamorfosis. Es recorrer en un filosofar que enaltece el extravío, para vencer lo impuesto y lo que se resiste, lidiando mamo a mano con lo enigmático, consintiendo siempre la posibilidad de pensar diferente, en la curiosidad arrebatadora de una travesía sin fronteras, que proyecta la heterogeneidad salvaje de lo extraño, lógica itinerante de mis pensamientos.