Vamos

Vamos a la playa siempre con mi equipo favorito que son mis hijas y mi esposo; adicional en algunas ocasiones están otras personas como familia o amigos con ellos igual se disfruta y mucho. El mar no es cualquier agua, es diferente porque te relaja y contrariamente al final del día también te deja cansado, es raro, aunque creo que es por la unión de sol, arena y playa que después de muchísimas horas te agota, pero a pesar de eso me encanta ir.

Tenerlo cerca es una bendición, un regalo permanente que te hace sentir privilegiado porque vivir aquí te calma con tan solo sentir esa brisa, ese olor a mar, un clima que no es igual al campo o las montañas, lo frio o cálido no es lo mismo. Así que al tenerlo allí todos los días se agradece, se contempla, se aprovecha y se da un chapuzón, si así provoca porque otras veces es para caminar, pensar o sentarte allí en un amanecer o atardecer porque ambos son impresionantemente hermosos.

Bueno, esa es mi percepción que no es la misma que tienen mis hijas, evidentemente; para ellas ir a la playa es diversión, chucherías y ahora adolescentes son amigos. De cualquier manera cada quien la vive como quiere mientras le guste tanto como para ser feliz allí, después para el cansancio y el patuque de la arena hay solución, un gran baño y a dormir porque eso sí que es reconfortante descansar cuando llegas de la playa duermes plácida y profundamente.
 

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